Artículos de opinión - 2

 

> Consume hasta morir, que no andas lejos.

> Fiestas ¿locales?, o simples franquicias. Reflexiones y divagaciones.

> Puertollano y sus leyendas urbanas.

 


Consume hasta morir, que no andas lejos

Vicente Luchena Rodríguez

 

Estimado lector: si después de este título aún continúas leyendo estas líneas te animo a que sigas hasta el final… si te atreves.

Sentados cómodamente en nuestro sillón favorito, leyendo, escuchando o viendo las noticias hay ocasiones, cada vez más, en las que deberíamos dar un respingo vigoroso, fuerte, potente, si no fuera porque ya debemos estar curados de espanto. Tantas veces escuchamos decir cosas absolutamente exageradas, cuando no rotundamente falsas, que nuestra mente se encierra en sí misma y llega un momento en que no reaccionamos ante nada y nos hacemos insensibles a lo que escuchamos, leemos o vemos.

En una de estas ocasiones escuchaba plácidamente la radio cuando escucho que “en el asunto de los juguetes con piezas y aditivos peligrosos las autoridades públicas han actuado correctamente y con rapidez”. Estas palabras del ministro o director general correspondiente hablan de la retirada de juguetes de una conocida marca multinacional que, después de llevar en el mercado español cuatro años vendiéndose, la propia empresa fabricante los retira por su peligrosidad, por estar recubiertos con pintura de plomo o tener piezas pequeñas, que en manos de sus destinatarios (niños pequeños) pueden desprenderse y ser ingeridos, provocando serios problemas de salud.

Me quedo pasmado. Estos juguetes “pasaron” los controles oficiales de consumo y estaban disponibles en las estanterías de las jugueterías e hipermercados desde hace cuatro años y, sin embargo, ahora nos dicen las autoridades que los controles han funcionado perfecta y rápidamente. Estoy estupefacto, atónito y, pensando que sin ninguna duda he escuchado mal, reviso la información en otros medios pero no, la noticia es correcta, los hechos son ciertos, y las declaraciones han sido hechas así. Y los responsables no se han sonrojado de vergüenza cuando hacían esta aseveración. En un estado de derecho, como en el que se presume que estamos, estos hechos hubieran conducido a varias dimisiones, ceses o despidos fulminantes; en cambio “las cosas se han hecho bien”. ¡Vivir para ver! 

Otro tanto ha ocurrido con los famosos pollos asados, que se vendían envasados en grandes y medianas superficies comerciales, y que se tuvieron que retirar debido a su contaminación. También “pasaron” los controles de consumo.

Numerosos ejemplos hay también de productos que, procedentes de lugares lejanos, se venden en la Unión Europea aunque no cumplan ninguna de las normas de seguridad: chupetes y mordedores tóxicos, pasta de dientes contaminada… Algunos de estos productos se han retirado de las estanterías, pero otros muchos están ahí esperando a que el consumidor alargue la mano y los lleve a casa. 

Estos días pasados trascendían los resultados de una analítica en la que se informa que las aguas de dos de las Lagunas de Ruidera están contaminadas y se declaran NO APTAS PARA EL BAÑO. Se afirma en la noticia, divulgada por la autoridad sanitaria, de que no hay depuración de aguas fecales; también se habla de que los ayuntamientos correspondientes no prohíben todavía el baño en ellas. ¡La pela es la pela!

Si hablamos de alimentos, en cualquier estantería de supermercado se puede adquirir pescado en conserva (las famosas “latillas”) que están elaboradas con aceite de oliva, aceite de girasol, o con “aceite vegetal”, como si los anteriores no fueran vegetales. Este último término, “aceite vegetal”, esconde descaradamente que se está empleando aceite de palma o aceite de coco; dos aceites que los expertos en salud desaconsejan tomar porque aumentan notablemente el colesterol “malo”. Estos productos también “pasan” los controles de consumo.

En Estados Unidos, algunas cadenas de alimentación informan a sus clientes sobre el riesgo para la salud de comer atún o pez espada, debido a los altos niveles de contaminación por mercurio en estos animales; además, cuarenta y cinco estados de ese país han hecho campañas publicitarias pidiendo a la población que no consuma mucha cantidad de estos alimentos, especialmente a embazaradas y niños. En España, para las autoridades este problema no existe.

Cada cierto tiempo se descubren en algunos países europeos, como últimamente ha sucedido en Alemania y Holanda, productos hortícolas españoles que contienen niveles prohibidos de pesticidas y otros fitosanitarios. 

En cuanto a los aditivos alimentarios, la industria española utiliza productos que, desde hace años, están prohibidos en la Unión Europea, Estados Unidos o Canadá. En nuestra legislación existen veintidós categorías de aditivos, entre las cuales están los colorantes, antioxidantes, emulgentes, potenciadores del sabor, endurecedores, estabilizantes…

Por citar sólo alguno de los muchísimos ejemplos que nos diferencian respecto al mundo desarrollado, en los países nórdicos están prohibidos casi todos los colorantes artificiales, en Estados Unidos se autorizan 9 y en España 23.

Pero el fraude “legal” alimentario afina cada vez más: el colorante E-161b y E-161g (las Xantofilas) se usa como alimento de gallinas de granja y pescados de piscifactoría para darles artificialmente un color más intenso en yemas de huevo y carnes de trucha o salmón. El E-161g, obtenido por síntesis química, se utilizó en píldoras para el bronceado rápido y originó la aparición de manchas en la retina y problemas oculares. El E-161b se emplea en la elaboración de galletas, pastelería, mantequilla, sopas, embutidos, aguardientes, mermeladas, refrescos y conservas vegetales.

El colorante E-151 (negro brillante BN) puede provocar reacciones alérgicas. Por la acción del calor puede convertirse en tóxico. Produjo quistes en los intestinos en experimentos con cerdos. Se emplea en salsas y productos de confitería. Está autorizado en España y prohibido en los países nórdicos, Estados Unidos, Canadá y Japón.

Los antioxidantes E-320 y E-321 pueden aumentar el colesterol y producir alergias. Se acumulan en el organismo y pueden provocar tumores en el hígado. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el E-321 puede producir atrasos en el crecimiento y afectar a la reproducción. Están prohibidos en alimentos infantiles pero permitidos en galletas, sopas, grasas, aceites, mahonesa, conservas cárnicas, purés de patata, chicles, dulces o nueces. Aditivo autorizado en España y prohibido en Japón y otros países.

El edulcorante E-952 (ácido ciclámico y sus sales de sodio y calcio) según la OMS podría tener potencialidades cancerígenas y efectos mutágenos. En experimentos con animales provocó tumores en ovarios, riñones, piel y útero. Se emplea en refrescos, frutas y hortalizas elaboradas, chicles, helados, yogur, repostería, pastelería y golosinas. Está autorizado en España y prohibido en Estados Unidos, Japón, Gran Bretaña y Francia desde 1970.

Y así podríamos seguir llenando numerosas páginas con ejemplos que niegan la afirmación de que el Estado y las autoridades españolas controlan los productos de consumo antes de que entren en el mercado. Es evidente que la realidad difiere radicalmente de las declaraciones de “supuestos” responsables públicos. Existe mucha propaganda, pero pocos hechos. Mucha improvisación y poca prevención.

En un supuesto Estado de derecho, en un país civilizado, moderno y avanzado no se deben permitir tamañas frivolidades; no se puede seguir jugando con la salud de la población.

 

Artículo publicado en el Diario La Tribuna, Extra de Feria de Septiembre de 2007


Fiestas ¿locales?, o simples franquicias. Reflexiones y divagaciones

Vicente Luchena Rodríguez

 

Cuando oímos hablar de las fiestas de los pueblos, tendemos a reproducir un viejo esquema que nos lleva a relacionarlas mentalmente con fiestas tradicionales y peculiares de cada población. Incluso en la promoción que cada localidad realiza se insiste en el carácter local, original y autóctono de sus fiestas. Se hace así pensando que esto tiene un atractivo mayor para el posible visitante, una nota diferenciadora, propia y característica de ese pueblo o también ciudad. 

Pero la realidad es que, cada año, se parecen más los festejos de nuestros pueblos; cada año se eliminan las posibles peculiaridades que pudieran existir, y se centran más en lo homogéneo, en lo común. Pocos casos ya son los que quedan de fiestas populares diferenciadas y autóctonas. Las fiestas, hoy día, tienen su máximo exponente en la diversión a través del alcohol, la comida y la música estruendosa e insoportable en los recintos feriales; música que, por cierto, es la misma en casi todas partes.

Junto al famoso dicho de la ardilla que podía atravesar la península de árbol en árbol, también se puede atravesar el año de fiesta en fiesta, y en algunos lugares a pares como en Puertollano. A pares, en cuanto a las fiestas grandes, en mayo y en septiembre; pero luego hay que sumarle las fiestas que se repiten en cada barriada, y que no son más que una copia en pequeño de las fiestas locales.

Y qué decir de las fiestas que, antaño, fueron populares y que en la actualidad se mantienen artificialmente a cargo de las instituciones, como por ejemplo muchos Carnavales en los que la asistencia de la población es mínima y casi simbólica. A este respecto recordemos los continuos llamamientos que se hacen a la participación desde las concejalías o desde los micrófonos de las emisoras de radio.

¿Y la nueva moda de celebrar la Nochevieja en Puertollano como una “fotocopia” de la Puerta del Sol de Madrid? A esta celebración, no popular sino institucional y artificial, el Ayuntamiento tiene que ofrecer premios para que asistan a ella los vecinos, demostrando una vez más que lo que funciona en esta sociedad es el “pan y circo”.

Otra de las llamadas fiestas populares son las romerías, fiesta muy abundante en ésta y muchas otras provincias españolas. Pero…, salvando algunas excepciones, “vista una vistas todas”. Hoy en día, el acto central de la romería –la misa y la procesión- apenas sirve más que de excusa para montar el “circo” típico: muchísima gente bebiendo y comiendo, esparciendo basura por todas partes, con música ruidosa a todo volumen y montones de casetas para la venta de diferentes fruslerías. Cambia el escenario, pero la representación es la misma.

Una característica común a las fiestas es su desorbitado presupuesto institucional, un gasto enorme, sobre todo si lo comparamos con los presupuestos totales que tienen muchos de nuestros pueblos y ciudades. Entre las Fiestas y los Toros, la partida de festejos demuestra que ésta es una de las mayores preocupaciones de la población y de sus representantes. Parece de este modo, que no hay grandes problemas que resolver en los municipios, y que lo que no sea fiesta es secundario: alcantarillado deficiente, jardines sin mantenimiento, calles en mal estado, basureros municipales que no cumplen la normativa sanitaria, falta de vigilancia urbana, retraso en las gestiones municipales, personas desempleadas, construcciones irregulares, desinterés por el patrimonio histórico, ancianos desatendidos, niños sin espacios de juego, barriadas marginadas, etc., etc., etc.

Muchas de las fiestas y celebraciones carecen de sentido en la actualidad, y se siguen realizando por la fuerte inercia que arrastran y por el apoyo económico institucional. En Puertollano se pueden contabilizar dos ferias -de más de una semana de duración cada una-, nueve fiestas de barriadas –de fin de semana- y el Santo Voto, añadidas a las fiestas comunes de Navidad, Carnaval, etc. El esfuerzo personal y económico que conllevan merecería un mejor destino, y una mejor distribución.

Pero…, al fin y al cabo, las fiestas son también un reflejo de lo que está pasando en la sociedad moderna española: una homogeneización y una clara tendencia a importar el modelo “usamericano” a todos los niveles posibles: la música, el cine, la ropa, las bebidas, los comportamientos...

Y es que a nivel social y ético vivimos en una mugrienta chabola con fachada de brillante mármol.

 

Artículo publicado en el Diario Lanza, Extra de Feria de Septiembre de 2007


Puertollano y sus leyendas urbanas

Vicente Luchena Rodríguez

 

Una mentira repetida por un millón de personas, no deja de ser una mentira. Existen las historias reales; existen las historias basadas en hechos reales; y existen las leyendas. Leyenda es una historia falsa que, al contarla, se la adorna con detalles reales y minuciosos para darle la apariencia de verídica. Luego, cuanto más gente la repita más parecerá que es auténtica. Y cada eslabón de la cadena, cada “contador”, irá añadiendo detalles de su cosecha propia para darle aún mayor verosimilitud.

No faltarán, sin duda ninguna, muchas personas que jurarán y perjurarán que ellos han sido testigos directos de los hechos que cuenta la leyenda. Y con ello la bola de nieve irá rodando y rodando, creciendo y creciendo.

Por supuesto, si esta leyenda es repetida por personas ilustres o importantes, ya no cabrá a nadie la menor duda de su veracidad. Además, las palabras de estas personas ilustres serán amplificadas enormemente por los medios de comunicación a su servicio. Así, la leyenda –falsa- se transmutará en una verdad oficial.

El siguiente paso será buscar la universalidad de LA VERDAD, es decir, eliminar toda disidencia, desacreditar a los críticos y establecer la leyenda como VERDAD ABSOLUTA Y DOGMÁTICA. Si fuera necesario se tachará de “enemigo del pueblo” -o del progreso- a todo aquel que ose dudar de la absoluta veracidad de la leyenda. Si todavía persistiese la disidencia se podrá, incluso, censurar la voz de esas personas, y todavía mas, se las podrá marginar y despedir de su trabajo si los tentáculos de los poderosos lo tienen a su merced.

Para muestra un botón: “Puertollano, ciudad sostenible”. Bonito eslogan ¿verdad? Si no fuera porque apenas se hace nada por evitar que su atmósfera esté tan contaminada. Si no fuera porque no se quiere hacer el Estudio Epidemiológico en el que se valore hasta dónde perjudica la salud de la población. Si no fuera porque vemos cómo se diseña la ciudad pensando únicamente en el tráfico motorizado. Si no viéramos cómo están cortados muchos caminos públicos del municipio. Si no viéramos cómo se destruyen buena parte de los espacios naturales. Si no viéramos cómo se alquilan bicicletas para rodar por carriles-bici inexistentes o por calles peligrosas para los ciclistas. Si no viéramos cómo, año tras año, se masacran los árboles urbanos y se reduce el número de ellos en las calles. Si no viéramos cómo se hace opaca la política municipal. Si no viéramos cómo algunos medios de comunicación cada día se parecen más al NO-DO.

Es lo que tienen las leyendas…, que repetidas sin pensar parecen “hasta reales”, pero luego no resisten el más mínimo análisis.


 

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